pues no es su ánimo el compartir.
De exclusiones vive el hedonista
pues no admite otra belleza que la propia.
De exclusiones vive el explotador
pues más afana sus riquezas.
De exclusiones vive el mediocre
pues no tolera competencias.
De exclusiones vive el racista
pues su sangre pura no admite la pureza de otras sangres.
De exclusiones vive el poderoso
pues su fuerza la compara con la carencia de otros.
De exclusiones vive el falso Demócrata
pues no tolera la amplitud de opiniones.
De exclusiones vive esta Democracia Tutelada
por leyes de amarre, por señores de familia, por cercos eléctricos, Salud y Educación Privadas.
La Exclusión no es fuerza, no es pureza, no es belleza.
La exclusión es miedo disfrazado,
alimentada por ignorancia o conveniencia,
sustentada por “leyes protectoras del bien común”
y sostenida siempre por un grupo de lacayos
que prefieren ser incluidos aún cuando todo el resto, la gran mayoría,
los mire desde abajo de la mesa
